Goleman (1995) definió la Inteligencia Emocional como la capacidad para reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de automotivarnos y de manejar de manera positiva nuestras emociones, sobre todo aquellas que tienen que ver con nuestras relaciones humanas.
Fue Goleman con la publicación de su libro (bestseller), quién disparó el interés en el mundo empresarial y más tarde se introduce al modelo educativo.
La adecuada gestión de las emociones es lo que posibilita realmente a cualquier persona sentirse y estar a gusto la mayor parte del tiempo, asumiendo sus circunstancias personales, familiares, laborales y sociales cotidianas con una disposición abierta, ecuánime, realista y ejecutiva. No obstante, casi nadie se encuentra exento de padecer dinámicamente altibajos emocionales pasajeros.
Fue Goleman con la publicación de su libro (bestseller), quién disparó el interés en el mundo empresarial y más tarde se introduce al modelo educativo.
La adecuada gestión de las emociones es lo que posibilita realmente a cualquier persona sentirse y estar a gusto la mayor parte del tiempo, asumiendo sus circunstancias personales, familiares, laborales y sociales cotidianas con una disposición abierta, ecuánime, realista y ejecutiva. No obstante, casi nadie se encuentra exento de padecer dinámicamente altibajos emocionales pasajeros.
A lo largo de nuestras vidas vamos aprendiendo trabajos, conocimientos y datos, pero recibimos poca o nula educación emocional. Permanentemente las emociones nos llegan, nos desbordan o nos secuestran adueñándose de nosotros, haciéndonos reaccionar o responder impropiamente a personas y situaciones.
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